No conocía la terrible historia personal, aunque sabía de otras muchas similares; pero me ha llamado muchísimo la atención un artículo de Santiago Mata sobre el diácono Juan Duarte Martín de 24 años que fue asesinado por odio a la religión.
Juan en el Seminario |
Según tomo de su biografía, el joven diácono nació en Yunquera el 17 de marzo de 1912 y murió en Arroyo
Bujía (Álora), el 15 de noviembre de 1936, con 24 años.
Detenido en su pueblo, al ser delatado por una vecina, lo trasladaron a Álora, donde sufrió un martirio de ocho días, con palizas de tres horas y corrientes eléctricas diarias. Le llevaron prostitutas para que rompiera su voto de castidad, pero las rechazó. Entonces, los milicianos cogieron una navaja, y le cortaron sus partes.
Conducido al arroyo Bujía, lo abrieron en canal, le llenaron el vientre de gasolina y después le prendieron fuego.
Detenido en su pueblo, al ser delatado por una vecina, lo trasladaron a Álora, donde sufrió un martirio de ocho días, con palizas de tres horas y corrientes eléctricas diarias. Le llevaron prostitutas para que rompiera su voto de castidad, pero las rechazó. Entonces, los milicianos cogieron una navaja, y le cortaron sus partes.
Conducido al arroyo Bujía, lo abrieron en canal, le llenaron el vientre de gasolina y después le prendieron fuego.
Mientras tanto, el diácono sólo decía: "¡Os perdono como Cristo perdonó a sus enemigos!”, “¿No sabéis que lo que me hacéis a mí se lo hacéis al Señor?” y “¡Ya lo estoy viendo, ya lo estoy viendo!”.
Es una pena que cuando la Iglesia beatifica a tantas personas que perdonaron a sus enemigos y no desearon para ellos mas que la paz y el perdón, que los que se consideran hijos y nietos de los asesinos, bien por sangre o por sus ideales político, que piensen que es una revancha o un echar en cara el daño que hicieron. Y no es así, no. Se trata de rescatar sus historias ejemplares y la memoria de personas que desbordaron sus corazones de amor hacia los demás, como el mismo Cristo al que seguían, servían y como Él, por amor, dieron su vida.
Que nunca más se repita en ninguna parte del mundo historias de asesinatos por odio a la religión. ¡ Nunca más.
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