Todos y cada uno de nosotros, como diáconos permanentes de la diócesis de Orihuela-Alicante, un día recibimos de manos de D. Rafael la ordenación diaconal. Él fue el primer obispo de nuestra diócesis que ordenó para el ministerio diaconal, con carácter de permanente, a seis hombres casados para servir en los distintos ámbitos de la pastoral diocesana.
Tal y como figura en la tradición de la Iglesia, los diáconos siempre han estado junto a su obispo. De manera similar en nuestra misión como servidores y ministros ordenados, nos hemos sentido muy cerca de nuestro obispo. D. Rafael ha significado mucho para este grupo de hombres que se han sentido llamados a trabajar en la mies del Señor.
A lo largo de estos años, más de cinco para los tres primeros que recibimos la ordenación sacramental, todos nos hemos sentido confortados y guiados con sus palabras, con su vida de entrega y con la imagen que nos ha transmitido de Jesucristo Siervo del Padre, Diácono del Padre; lo que nos ha hecho vivir más plenamente nuestra vida y nuestra vocación a la llamada de Dios, desde nuestra condición de esposos y padres.
Don Rafael, nuestro obispo, ha sido más que nuestro pastor, ha sabido meternos en su corazón, y ha conseguido acercar nuestras vidas más a Jesús, a su Padre y al Espíritu Santo.
Los diáconos ordenados, los que serán ordenados próximamente si Dios quiere, y los aspirantes que se están formado, tenemos que agradecerle sinceramente que haya dado cauce a esta vocación que no la hemos buscado, hemos sido llamados y enviados para vivirla de modo permanente. Con nuestra mayor humildad, los que hemos sido llamados por el Señor para «servir» como miembros de su Iglesia, de una manera especial, queremos agradecer al Señor los años en los que nos hemos visto enriquecidos con el cuidado amoroso y cercano de nuestro Pastor y Padre.
Gracias, don Rafael, por el Diaconado Permanente en nuestra diócesis. Ha sido valiente porque ha confiado en lo que la Iglesia de Jesucristo ha creído conveniente para la gloria de Dios y la salvación de los hombres. Sabemos que, como padre y pastor, ha seguido con gran interés el caminar de cada uno de nosotros, durante estos años, por las sendas de nuestro servicio diaconal.
No encontramos palabras para expresarle nuestra gratitud, por ello diremos, simplemente, de parte nuestra y de nuestras esposas e hijos, un abrazo, don Rafael, y que el Señor le bendiga y guarde siempre en el servicio a la Iglesia.
Los diáconos permanentes y aspirantes
de la Diócesis de Orihuela- Alicante
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