Bienvenido a nuestro espacio en la Red

¡ Sé bienvenido a nuestro humilde espacio !.

Blog pensado para ir publicando alguna información interesante o noticias que sucedan en nuestra diócesis de Orihuela-Alicante y que tenga que ver con este reciente Ordo Diaconal que existe desde el 26 de Diciembre de 2007.

Aquí puedes hacernos tus comentarios o si necesitas localizarnos, o sencillamente necesitas algún documento o material relacionado con nosotros, lo puedes hacer en mcosmegv@gmail.com.

viernes, 18 de diciembre de 2015

Cartas de un Párroco a su hermano diácono.

Del Pbro. Aldo Félix Vallone, Mendoza, Argentina
Dice el autor –Licenciado en Teología Espiritual y Director de la Escuela Arquidiocesana de Ministerios San José- que “en estas cartas laten vivencias compartidas, reflexiones personales y diálogos con diáconos, presbíteros y laicos”.


Parte I: 
carta 
La alegría de contar contigo
 
Querido hermano:

Tu llegada a esta comunidad es una bendición. Cristo Cabeza, Maestro, Esposo y Servidor se hace presente entre nosotros.

Con tu presencia resplandece un nuevo icono. El misterio de la gracia se hace ministerio. Dios Amor se manifiesta como diaconía que ilumina, da vida y enaltece la dignidad de los hombres, especialmente los más pobres, débiles y sufrientes.

Somos conscientes. Queremos serlo más... Tras el velo de tu humildad, en ese rostro esculpido por las diversas circunstancias de la vida, en la profundidad de tus palabras sencillas y de tus manos marcadas por el trabajo cotidiano, se manifiesta un don inapreciable: Eres sacramento: signo eficaz, instrumento y transparencia de Jesucristo resucitado diaconando en su Iglesia.

¡Gracias por tu sí! ¡Gracias por tu disponibilidad! ¡Gracias por venir lleno del Espíritu del Señor para saciar la sed de la Palabra, para renovarnos y hacernos crecer en la comunión, y para animar nuestra diaconía! ¡Gracias!...
Nos une la configuración en el mismo ministerio diaconal de Jesucristo y, aunque participemos en grado diverso del Sacramento del Orden, por ese mismo sacramento somos hermanos y, ambos cooperadores del ministerio episcopal.

Has sido asignado como colaborador en esta parroquia para servir en comunión con tu párroco, animando la diaconía de los fieles. Los dos juntos –cada uno desde su lugar- en comunión con el Obispo hacemos presente el ministerio apostólico.

Quiera el Señor regalarnos la gracia de entregar nuestra vida en la edificación de esta comunidad para gloria del Padre de todo bien.
Te recibo como hermano, no como sirviente  ni clero de segunda. Tu diaconado es aliciente de mi ministerio. Espero que mi sacerdocio ministerial enriquezca tu diaconado.

Tu hermano párroco

Parte II: 
D. Antonio Cabrera con su diácono

Querido hermano:


Lo había solicitado... Muchas y urgentes necesidades pastorales reclamaban la presencia de otro ministro ordenado.


Estuve a punto de caer en la tentación: “¿para qué quiero yo un diácono?, lo que necesito es otro sacerdote”. La duda me embargaba: “¿Qué podría hacer con la ayuda de un diácono?...” ¡Perdón por mi estrechez de miras!

La Iglesia –y la parroquia en ella- no es una empresa de servicios religiosos. Es misterio de comunión en tensión misionera. Todo cuanto el Señor Jesucristo nos manifestó en la unidad de su persona, lo hace presente en la diversidad de sus miembros. Esto conforme el Espíritu da a cada uno cuanto quiere para el bien común de todos.


Hoy sé muy bien: Tú no sólo sirves a Cristo en el hermano pobre, hambriento, enfermo o preso. Tú eres presencia sacramental de Cristo buen Samaritano. Cuando sirves un vaso de agua fresca sirves a Cristo sediento y eres Cristo dando de beber a esta samaritana, nuestra parroquia, en sus miembros más débiles.


Si digo: “lo que puede hacer un diácono, también lo puede hacer un presbítero”; pienso inmediatamente: “y lo que puede hacer un presbítero lo puede hacer un Obispo”. ¡Entonces! ¿Para qué los presbíteros y los diáconos? Pero no es esa la lógica... La voluntad del Señor es que juntos seamos los dos brazos del Obispo.


Cuando me digo: “lo que puede hacer un diácono podría ser encomendado a un fiel laico”; pienso inmediatamente: el fiel laico con su tarea puede hacer presente la diaconía común de la Iglesia, pero jamás será presencia sacramental de Jesucristo diácono. ¡Entonces! ¿Por qué privar a mi comunidad de esta riqueza que expresa una novedad de gracia en el ser del hacer?


¡Tú no eres un “maxi-laico”, ni un “mini-cura”!... ¡Gracias por venir y mostrarnos a Cristo Servidor!


Tu hermano párroco

 Parte III:

Cuando nos sentamos a dialogar
Querido hermano:


Ya tenía el listado de las tareas pastorales para el diácono. En verdad, eran muchas... Demasiadas, quizás...

Había resuelto: Conservo para mí la dirección general de todo, las celebraciones de la Eucaristía, de la Reconciliación y de la Unción de los Enfermos. Me quedo con la presidencia de los consejos parroquiales; hago un poco de despacho y, si puede, le delego todo lo demás...

Esa noche me hiciste saber la responsabilidad sobre tu familia, sobre tu trabajo civil durante la semana y la necesidad de contar con un momento de descanso. “¡Vaya entrega a la Parroquia!”, dije para mis adentros, “este es un ministro de tiempo parcial”.

¡No!, no es así. Tu ministerio como el mío es de tiempo completo y tiene varios ámbitos. Ejerces el ministerio diaconal porque eres ministro.

Lo eres cuando estás en la iglesia doméstica siendo, junto a tu esposa, ministro del amor y la fecundidad, de la educación y la evangelización, del crecimiento y la santidad conyugal; cuando para ella y tus hijos no sólo eres signo e instrumento del Autor de toda paternidad y sacramento de Cristo Esposo, sino, también, de este mismo Cristo que es Diácono.

Lo eres cuando, desde tu secularidad propia, estás llamado a construir el Reino en las tareas cotidianas, siendo un clérigo muy particular: testigo y animador de la diaconía de Cristo que estimula y anima la diaconía común de los fieles en medio del mundo. Tu caridad diaconal llega hasta las fibras más íntimas del mundo.

Y lo eres cuando estás en la comunidad parroquial ejerciendo, en comunión, la triple diaconía de la Palabra, la liturgia y la caridad.

¡Gracias! Por hacerme comprender que cuando no estás aquí es porque Jesucristo Diácono se está haciendo presente, por tu ministerio, en algún lugar de este mundo que tanto ama Dios y no deja de darle a su Hijo.

Tu hermano párroco

Carta del presbítero Aldo Félix Vallone, de Mendoza, Argentina.
–Licenciado en Teología Espiritual y Director de la Escuela Arquidiocesana de Ministerios San José

 Dice el autor: “agradezco a Mons. Cándido Rubiolo, el obispo que me ordenó diácono y presbítero; quien, en vida, desde mi último año del Seminario me impulsó, me animó y acompañó en el estudio del diaconado y los ministerios confiados a los fieles laicos. A Mons. José María Arancibia por haberme confiado durante cinco años la dirección de la Escuela Arquidiocesana de Ministerios y el acompañamiento de los diáconos permanentes; y por  permitirme realizar este magnifico camino de ser párroco con la colaboración de  diáconos, acólitos y  lectores instituidos”. Para eso estamos