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Blog pensado para ir publicando alguna información interesante o noticias que sucedan en nuestra diócesis de Orihuela-Alicante y que tenga que ver con este reciente Ordo Diaconal que existe desde el 26 de Diciembre de 2007.

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lunes, 27 de agosto de 2012

Un juez ordenado diácono permanente


Como otras veces hemos hecho mención que han ordenado diáconos a hombres casados de diferentes profesiones: agentes de seguros, policías, trabajadores sociales, periodistas, etc., ayer día 26 de Agosto se dio un paso más, en la Concepción, de Chile.

En una solemne eucaristía fue ordenado el juez del Tribunal de Juicio Oral en lo Penal Reynaldo Oliva Lagos, pasando a ser el primer diácono permanente célibe; es un hecho sin precedente en la Iglesia Católica de su país, y yo me atrevería a afirmar que en todo el orbe católico: juez, diácono permanente y célibe. Para ser aceptado y consagrado como Diácono Permanente, el juez debió realizar un período de formación humana, espiritual, doctrinal y pastoral.

La ceremonia fue oficiada por el Arzobispo de Concepción, monseñor Fernando Chomali, que presidió la Eucaristía y ordenó al nuevo diácono, ceremonia que contó con la presencia de numerosos sacerdotes y gran parte del cuerpo de diáconos de la Iglesia de Concepción,  que trabajan pastoralmente en las distintas parroquias y servicios eclesiales.

El juez Oliva Lagos se ha convertido en el primer diácono permanente célibe. Para ser aceptado y consagrado como Diácono Permanente, el juez debió realizar un período de formación  humana, espiritual, doctrinal y pastoral.

Esto fue logrado con el apoyo de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, a través de su Instituto de Teología, lo que implicó un plan de estudio con clases los fines de semana. Asimismo, el magistrado, quien pertenece como laico a la parroquia El Sagrario, recibió, el año pasado, el ministerio del Acolitado, etapa previa para ser aceptado en el orden del Diaconado Permanente.

Por su parte, el nuevo diácono Reynaldo Oliva expresó sus sentimientos, diciendo: “Humildemente agradezco a Dios, en este día de mi ordenación diaconal, día en que me consagro enteramente a Dios para el servicio de la Iglesia de Concepción, en perfecta obediencia al Obispo, hoy, en la persona de monseñor Chomali y en estrecha colaboración con los presbíteros,  con el servicio de la palabra, de la liturgia y la caridad. Agradezco a mi familia, a mi madre aquí presente,  a mi padre que ya ha partido ante Dios, por haberme dado la vida y la semilla de la fe en el Bautismo. A mis hermanas con quien he compartido el crecimiento de la fe. En mi familia aprendí a conocer a Dios y a darme en la oración y en la Santa Misa, lo que fue refrendado en el colegio; recordó al grupo de guías y scouts, a la escuela del diaconado, al Instituto de teología, la comunidad de Patagual, parroquia Cristo Rey de Bellavista, comunidad de Punta de Parra, parroquia Todos los Santos, parroquia Cristo Salvador y parroquia El Sagrario donde se ha formado desde niño. A los sacerdotes, a los diáconos”.

Queremos desde aquí, darle la enhorabuena por su ordenación y lo felicitamos por su elección para servir a la Iglesia de nuestro Señor en aquella parcela que le sea asignada.

¡Bienvenido al nuestro ordo diaconal!

miércoles, 22 de agosto de 2012

¡ Habemus novo Episcopo !

Siempre se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras, y si es un video mejor aún. Aquí tenemos el video donde nuestro obispo D. Rafael, que cesa, se despide y al mismo tiempo da la Bienvenida al nuevo obispo D. Jesús Murgui, que entrará en nuestra diócesis el día 29 de Septiembre del 2012.
Gracias D. Rafael por sus años ofrecidos a esta parcela y a los que aquí vivimos en la viña del Señor de Orihuela-Alicante.
Que el Señor le bendiga.

domingo, 5 de agosto de 2012

El diácono es servidor de la Palabra en una Iglesia de Comunión


         La Iglesia, obra de la Trinidad, es comunión real entre todos los que la componen, pero además esa comunión es reflejo de la familia divina, es la Trinidad la que realiza la comunión que vive la Iglesia. La Iglesia es sacramento de comunión de los hombres con Dios y entre sí.
El Evangeliario es llevado por el diácono que luego Proclamará la Palabra

         La eclesiología de comunión se ha convertido en el verdadero y propio corazón de la doctrina sobre la Iglesia del Vaticano II. Una buena síntesis de esto la encontramos en el siguiente texto:

«Su espectro parte de la unidad en la fe, la esperanza y el amor cristianos, sellados sacramentalmente por el bautismo, que crea la situación básica de la comunión; se refuerza por la participación en la eucaristía, que está esencialmente orientada a la “unitas ecclesiae” y se rehace por el sacramento de la conversión que reconcilia con Dios y con la Iglesia; se traduce concretamente en la “colecta” de bienes y en la comunión de lo que se tiene y de lo que se es: esta comunión está presidida, visiblemente fundada y eventualmente defendida por los obispos cuyo centro es el obispo de Roma; está llamada la comunión eclesial a ser fermento de reconciliación y de paz en la humanidad; es una garantía de la asamblea consumada en la patria»[1].

         Un ejemplo de la vivencia de la comunión eclesial en la comunidad primitiva nos lo ofrece el primer sumario de la Hechos de los Apóstoles. Los que habían sido bautizados «acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones»[2].
  
En la Iglesia comunión, el diácono sirve la unidad

          La comunidad eclesial se sabe engendrada por la Palabra; de aquí resulta esencial su sintonía con la Palabra.

        La vida de la Iglesia primitiva demuestra que la unión de los cristianos, se realiza por la fe suscitada por la predicación de los apóstoles, alimentada por la Palabra y la Eucaristía y sostenida por la oración.

        El diácono que por el sacramento del Orden tiene como misión el anuncio, la proclamación y la predicación de la Palabra de Dios, está poniendo los pilares fundamentales para hacer realidad la unidad de los cristianos en la Iglesia, ya que la fe es la respuesta del hombre  a la Palabra salvífica de Dios.
Ambón de Iglesia de Dolores en Navidad

       La comunión eclesial que se inicia por la aceptación de la Palabra de Dios mediante la fe, que se visibiliza en el signo sacramental del bautismo, alcanza su perfección en la eucaristía.
En la liturgia el diácono ora y predica la Palabra

        Una palabra bien programada, acogida y meditada es fuente inagotable de oración viva para todo cristiano. Es Dios quien nos habla en la Palabra proclamada por el diácono.

       Es necesario que el diácono anuncie la Palabra de Dios. San Pablo plantea la cuestión del anuncio y de la escucha en oración de la Palabra, «¿Cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel a quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predique? Y ¿Cómo predicarán si no son enviados?»[3].

En la comunidad enseña, catequiza y ejerce la caridad con la Palabra

        El diácono es servidor de Cristo,  pues la Iglesia recibió de Cristo su misión de predicar y traslada este cometido a cada uno de los predicadores. Los propios discípulos predicaron lo que vieron y oyeron. Lo que ellos hicieron es lo que ha de hacer la Iglesia, «Porque yo no he hablado por mí mismo; el Padre, que me ha enviado, es quien me mandó lo que he de decir y proclamar. Así pues, lo que yo digo, lo digo según me lo ha ordenado el Padre»[4].

       La catequesis no es algo propio y personal que le pertenezca en exclusiva al diácono. Pertenece a la Iglesia. Ella es la que tiene la misión de evangelizar y ella es la que ha confiado al diácono, entre otros, el cuidado de una parte de personas para que le ofrezca buenos alimentos y le guíe por los buenos caminos al encuentro del Señor.

     En la acción catequética Dios se va revelando progresivamente a su pueblo con amor de Padre y le conduce hacia Él con mano poderosa.

Diácono Paco López proclamando la Palabra
       El diácono está llamado a catequizar, en la familia, en los grupos de la parroquia, en los ámbitos donde ejerce su profesión, presentando a los demás la Palabra de Dios encarnada en el Verbo. Presenta a Otro que da sentido a su vida e invita a que su interlocutor también pueda entrar en contacto y amistad con Él. El diácono no sólo da testimonio de que él reconoce al Señor y lo ama; sino que ejerce de mediación para que por su boca el Señor salga al encuentro de los demás. El diácono escucha la Palabra para transmitirla después, en razón de su ministerio ordenado, a todas aquellas personas y grupos que la Iglesia le tiene confiados.

      La Palabra, es Dios mismo quien la siembra en el corazón de los hombres. En el corazón de la actividad catequética se encuentra la Palabra de Dios que se escucha por el oído y debe calar en lo más hondo del corazón. Es el mismo Cristo el que se nos comunica en ella y  nos lleva al Padre, en el Espíritu Santo.

      Toda acción pastoral lo es sólo en la medida en la que está sostenida y alimentada por la Palabra.

     En la primitiva comunidad cristiana, como fruto de la aceptación de la Palabra anunciada y aceptada por la fe, compartían los bienes materiales con los necesitados: «todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno» (Hch 2, 44).

Francisco J. López Albaladejo
Diácono permanente


[1] R. Blázquez, La Iglesia del Vaticano II. Salamanca 1988, 58-59.
[2] Hechos de los Apóstoles  2, 42.
[3] Cf. Rm 10, 14-15.
[4] Jn 12,49.

sábado, 4 de agosto de 2012

¡ Gracias, Señor, por D. Rafael !


       Todos y cada uno de nosotros, como diáconos permanentes de la diócesis de Orihuela-Alicante, un día recibimos de manos de D. Rafael la ordenación diaconal. Él fue el primer obispo de nuestra diócesis que ordenó para el ministerio diaconal, con carácter de permanente, a seis hombres casados para servir en los distintos ámbitos de la pastoral diocesana.

     Tal y como figura en la tradición de la Iglesia, los diáconos siempre han estado junto a su obispo. De manera similar en nuestra misión como servidores y ministros ordenados, nos hemos sentido muy cerca de nuestro obispo. D. Rafael ha significado mucho para este grupo de hombres que se han sentido llamados a trabajar en la mies del Señor.

     A lo largo de estos años, más de cinco para los tres primeros que recibimos la ordenación sacramental, todos nos hemos sentido confortados y guiados con sus palabras, con su vida de entrega y con la imagen que nos ha transmitido de Jesucristo Siervo del Padre, Diácono del Padre; lo que nos ha hecho vivir más plenamente nuestra vida y nuestra vocación a la llamada de Dios, desde nuestra condición de esposos y padres.

     Don Rafael, nuestro obispo, ha sido más que nuestro pastor, ha sabido meternos en su corazón, y ha conseguido acercar nuestras vidas más a Jesús, a su Padre y al Espíritu Santo.

     Los diáconos ordenados, los que serán ordenados próximamente si Dios quiere, y los aspirantes que se están formado, tenemos que agradecerle sinceramente que haya dado cauce a esta vocación que no la hemos buscado, hemos sido llamados y enviados para vivirla de modo permanente. Con nuestra mayor humildad, los que hemos sido llamados por el Señor para «servir» como miembros de su Iglesia, de una manera especial, queremos agradecer al Señor los años en los que nos hemos visto enriquecidos con el cuidado amoroso y cercano de nuestro Pastor y Padre.

  Gracias, don Rafael, por el Diaconado Permanente en nuestra diócesis. Ha sido valiente porque ha confiado en lo que la Iglesia de Jesucristo ha creído conveniente para la gloria de Dios y la salvación de los hombres. Sabemos que, como padre y pastor, ha seguido con gran interés el caminar de cada uno de nosotros, durante estos años, por las sendas de nuestro servicio diaconal.

    No encontramos palabras para expresarle nuestra gratitud, por ello diremos, simplemente, de parte  nuestra y de nuestras esposas e hijos, un abrazo, don Rafael, y que el Señor le bendiga y guarde siempre en el servicio a la Iglesia.

Los diáconos permanentes y aspirantes
de la Diócesis de Orihuela- Alicante

miércoles, 1 de agosto de 2012

Felicidades por Don Jesús

Con toda la humildad del mundo, queremos poner un correo de los muchos recibidos por el nombramiento de D. Jesús Murgui Soriano como obispo de nuestra diócesis. Estas palabras recibidas son de nuestra diócesis hermana de Mallorca, su texto dice así:
D. Jesús y a su lado diácono J.Gamudí

Enhorabuena por vuestro "humilde espacio" este magnífico Blog que hace posible que el diaconado permanente sea conocido cada vez más.

Felicitaros por el nombramiento de vuestro Obispo D. Jesús Murgui Soriano, de entrada ya es mucho el tener un obispo pro diaconado permanente, y que quiere a los diáconos y los valora. Como hermano en el ministerio diaconal os animo a prestarle vuestra ayuda, es un buen hombre y además un buen obispo, seguro que os alegraréis de servirle.

Un abrazo fraternal

Juan Gamundí
Diácono permanente de la diócesis de Mallorca
Parroquia Alcúdia i Port d'alcúdia

Gracias a ti Juan y a todos los que nos acompañáis en estos momentos de incertidumbre, nervios e ilusión ante la llegada de un nuevo pastor.

Que el Señor os bendiga. 

Manuel Cosme.